Gabriel Orozco
Gabriel Orozco, artista mexicano nacido en 1962. Es
internacionalmente reconocido como un destacado renovador del arte conceptual.
Su obra ha estado presente en los acontecimientos más importantes del arte
contemporáneo de la última década. Formado en la Escuela Nacional de Artes
Plásticas de la UNAM en México D.F., Orozco vive entre París, Nueva York y
México donde, desde principios de los años noventa, trabaja respondiendo a
diversos contextos, materiales y situaciones en espacios públicos en diversas
partes del mundo. El artista reflexiona sobre el movimiento y la gravedad a
través de diversos objetos, una bola de plastilina o el péndulo sobre una mesa
de billar.
Expresa las acciones de la vida cotidiana con objetos comunes que de
algún modo están siendo revisados desde un punto de vista abstracto.
En el Palacio de Cristal del Retiro de Madrid se han
reunido distintos episodios de su trayectoria artística de los últimos años,
con algunas piezas seleccionadas específicamente para este espacio. El artista
construye esculturas e instalaciones con objetos realizados a mano, bien
encontrados o directamente extraídos de la naturaleza. La idea del tiempo es
uno de los conceptos que cimientan su trabajo, como en La sombra entre aros
de aire (2003), pieza central de la exposición, un objeto arquitectónico y
escultórico que se presentó en la Bienal de Venecia de 2003. La obra, de madera
desmontable, es una réplica a escala original de una arquitectura de Carlos
Scarpa que realizó para el Pabellón de Italia en la Bienal de Venecia de 1952,
sobre la que se instalaron esculturas. Orozco la ha concebido como una obra
portátil itinerante y tanto en ella como en las mesas de juego está involucrado
el tiempo. Para Orozco el juego es una manera de conocimiento y percepción. Una
mesa de billar y una mesa de ping-pong concebidas para jugar, junto a los
objetos pequeños que las rodean, muestran la relación entre obra y entorno,
entre naturaleza y artificio, entre materiales industriales y orgánicos.
Los
juegos presentes en la exposición se convierten en reflexiones filosóficas
sobre la percepción y acción en el paisaje mental y físico del mundo, y con
ellas incita a la participación del espectador. El Palacio de Cristal se
transforma en una burbuja donde estos juegos parecen flotar junto a la
percepción de la luz, la geometría y lo orgánico, en una relación entre paisaje
y gravedad.
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